Natàlia Talleda, logopeda especializada en personas mayores en la Residència Nazaret

Natàlia Talleda es logopeda especializada en gerontología y cuenta con una amplia experiencia en este ámbito. Desde el pasado mes de julio, realiza intervenciones en la Residencia Nazaret, centro del Instituto de Religiosas de San José de Gerona, IRSJG, en Malgrat de Mar, que dispone de una unidad de atención intermedia.
Explica que el campo de la logopedia en gerontología es amplio y destaca la importancia del establecimiento de protocolos que ayuden en la parte asistencial y organizativa para mejorar tanto el habla como en trastornos de deglución como la disfagia, un problema muy presente en el envejecimiento.
En atención intermedia, Natàlia Talleda realiza valoraciones, rehabilitación y educación sanitaria con los pacientes y sus familiares. En la parte residencial, se concentra especialmente en la detección de posibles disfagias, adaptando aspectos como la dieta a esta alteración.
De su labor, detalla que cuando se lleva a cabo rehabilitación, la mejoría puede observarse de inmediato, a pesar de tratarse de una población geriátrica. Desmiente así el mito de que “en edades avanzadas no se puede cambiar”, ya que, aunque los procesos puedan ser más lentos, todo el mundo puede mejorar con trabajo y constancia señala.
Preguntada por el origen de este camino profesional, la logopeda explica que, desde pequeña, tenía claro que quería enseñar a hablar bien. De esto hace cuarenta años, cuando aún no existían los estudios universitarios de la especialidad propiamente dicha. Su formación en logopedia la llevó a descubrir el ámbito más enfocado a los adultos, con la psicóloga clínica y logopeda Núria Duaso como una de sus maestras y referentes.
Fascinada por este mundo, comenta que, en las personas mayores, la logopedia aborda tanto la parte comunicativa como la no comunicativa, y destaca el malestar que genera no poder expresarse verbalmente o transmitir ni siquiera necesidades vitales básicas, como la sensación de frío o de sed.
Lo ilustra con un ejemplo muy claro: para una persona que no camina, puede existir la solución de una silla de ruedas, pero no hay una solución tan directa para quien no puede comunicarse. Conseguir que las personas puedan expresar estas necesidades tiene, por tanto, beneficios enormes para su bienestar.
Disfagia, un trastorno asociado a la población geriátrica
En cuanto a la disfagia, un trastorno muy asociado a la población geriátrica, explica que va más allá de la simple dificultad para tragar, ya que puede derivar en consecuencias como las neumonías aspirativas o de repetición. Una buena valoración permite detectar la disfagia y reducir el riesgo de infecciones respiratorias, evitando ingresos hospitalarios, precisa. La disfagia provoca que microgotas de lo que ingerimos, en lugar de dirigirse por la vía digestiva, pasen a la vía aérea. El pulmón se defiende de estas sustancias creando mucosidades para facilitar su expulsión, pero esto a menudo acaba en neumonías aspirativas. Cuando una persona mayor acude al médico tras sufrir varias neumonías en un año esto debería hacer sospechar de un problema de disfagia, argumenta.
Se estima que un 70% de las personas con demencia padecen disfagia, y que, en general, afecta a un 40% de la población geriátrica. Aun así, solo una de cada diez personas está diagnosticada. “La patología ha existido siempre —añade—, pero no hace tantos años que nos la miramos”. La disfagia es todavía una patología geriátrica poco conocida. Y explica que, pese al infradiagnóstico, las valoraciones son muy rápidas, fáciles de realizar, nada invasivas y de un coste económico muy bajo.
En la demencia avanzada, la disfagia, que forma parte del mismo proceso, no permite trabajar directamente con la persona afectada, pero sí aplicar medidas compensatorias, como adaptar la comida, la postura corporal durante las comidas o los utensilios utilizados para ingerir líquidos y alimentos. En estos casos, la educación sanitaria a la familia es clave. Dentro de la Residencia Nazaret, su labor incluye también la formación de todo el equipo en este ámbito, para facilitar un mejor estado y bienestar de las personas con disfagia.
En casos como los de un ictus, el trabajo logopédico se centra en frenar la progresión de la disfagia y de los problemas que ocasiona. La rehabilitación, en estos casos, puede lograr mejoras destacadas en la calidad de vida. Pone como ejemplo a un paciente de atención intermedia vinculado a la Residencia Nazaret, de 60 años y que ha sufrido un ictus, con quien se ha realizado un trabajo de rehabilitación que le ha permitido pasar de no poder comer a seguir una dieta de textura modificada, hasta llegar a una dieta normal, evitando así una gastrostomía.
Prevención
Sobre la prevención, Natàlia Talleda se refiere a las fases iniciales de la disfagia, con la presencia de algunos signos incipientes de dificultad en la deglución al ingerir alimentos de riesgo, como sopas con determinadas texturas, o tos durante la ingesta. En estos casos, ya puede iniciarse la rehabilitación logopédica para evitar que el problema avance. Es igualmente importante mantener una buena higiene oral y una hidratación adecuada, ya que disminuyen el riesgo de infecciones orofaríngeas que pueden acabar provocando las patologías respiratorias mencionadas cuando las bacterias pasan a las vías aéreas.
El habla, vocalización y lenguaje
En el ámbito de la comunicación, la logopeda diferencia entre los problemas de habla, relacionados con la vocalización, y los problemas de lenguaje. La disartria tiene que ver con el habla y está relacionada con patologías neurológicas, que pueden mejorar notablemente con técnicas de logopedia orientadas a trabajar la musculatura.
En cuanto al lenguaje —el contenido del discurso—, puede verse afectado en casos de ictus o demencia, donde hablamos de afasias, caracterizadas por alteraciones en la comprensión o la expresión del lenguaje, que pueden traducirse en un discurso incoherente o desorganizado. Las afasias pueden mejorar también de manera significativa con la intervención logopédica, lo que incrementa la calidad de vida de la persona. Es importante conocer qué parte del cerebro está afectada por la lesión para poder planificar una intervención logopédica adecuada.
Dos ramas, la neurología y la logopedia, que avanzan de forma entrelazada en un proceso de evolución continuada, en el cual Natàlia Talleda, como profesional, está plenamente implicada.